El domingo fui a almorzar con una amiga al mercadito que hacen los peruanos entre el metro de colegio de ingenieros y el teatro, en plena acera. Ya me lo habían comentado antes, había pasado, y recientemente apareció en una lista de las 100 cosas que hacer en Caracas, o algo así. Lo cierto es que por hacer algo diferente, nos acercamos.
Hay como tres quioscos de ventas de productos peruanos, ingredientes, revistas, etc. Ahora que lo escribo son como bodeguitas. Hasta películas quemadas tienen. De comida, están así uno junto a los otros cinco o seis tarantines. Llevan todo cocinado y lo sirven directamente. Variados platos típicos peruanos y algunos postres junto con la “chicha morada” o la “inca cola”. La comida es muy parecida entre ellos en realidad.
Llegamos casi a las 2:00 pm y preguntando la Señora me dijo que están allí entre 9:00 am y 4: 00 pm.
Yo venía con la idea en mente de pedir un chupe, pero a esa hora en los dos primeros tarantines ya no quedaba sopa. Donde finalmente nos sentamos tenía de camarones y pedimos una, además de un ceviche y una papa rellena con salsa huancaína.
Curiosamente vimos varios turistas, paseando y sentándose a comer. Digo curioso por que no le veo mucho sentido venir de turista a Caracas y sentarse en un ambiente Peruano, pero bueno, cada quién con sus gustos.
La comida, no fue nada del otro mundo, normalita. Servida en platos plasticos de cavas y “topperware”, estando allí al aire libre apenas tapadas por un “envoplast” que nos las cubría mucho.
Como se imaginaran por el título, el resultado no fue muy bueno. Se que hasta en los mejores restaurantes comer mariscos es riesgoso, pero ese día a mi ni me pasó por la mente. Lo cierto es que a ambos, que los dos probamos el chupe y todos los platos, se nos reventó una intoxicación que como dice el título literalmente sentí que la vida se me iba por un huequito. Eso fue un lavado intestinal intenso!
Los precios, son económicos. Pero no que sean un regalo. Alrededor de 40 Bs cada plato.
En conclusión, no creo que regrese a comer. Quizás a curiosear y dar una vuelta. Pero confirmo que mis intestinos no están para andar comiendo en la calle cualquier cosa y que mejor pago un poco más y me siento en un restaurante.
Hay como tres quioscos de ventas de productos peruanos, ingredientes, revistas, etc. Ahora que lo escribo son como bodeguitas. Hasta películas quemadas tienen. De comida, están así uno junto a los otros cinco o seis tarantines. Llevan todo cocinado y lo sirven directamente. Variados platos típicos peruanos y algunos postres junto con la “chicha morada” o la “inca cola”. La comida es muy parecida entre ellos en realidad.
Llegamos casi a las 2:00 pm y preguntando la Señora me dijo que están allí entre 9:00 am y 4: 00 pm.
Yo venía con la idea en mente de pedir un chupe, pero a esa hora en los dos primeros tarantines ya no quedaba sopa. Donde finalmente nos sentamos tenía de camarones y pedimos una, además de un ceviche y una papa rellena con salsa huancaína.
Curiosamente vimos varios turistas, paseando y sentándose a comer. Digo curioso por que no le veo mucho sentido venir de turista a Caracas y sentarse en un ambiente Peruano, pero bueno, cada quién con sus gustos.
La comida, no fue nada del otro mundo, normalita. Servida en platos plasticos de cavas y “topperware”, estando allí al aire libre apenas tapadas por un “envoplast” que nos las cubría mucho.
Como se imaginaran por el título, el resultado no fue muy bueno. Se que hasta en los mejores restaurantes comer mariscos es riesgoso, pero ese día a mi ni me pasó por la mente. Lo cierto es que a ambos, que los dos probamos el chupe y todos los platos, se nos reventó una intoxicación que como dice el título literalmente sentí que la vida se me iba por un huequito. Eso fue un lavado intestinal intenso!
Los precios, son económicos. Pero no que sean un regalo. Alrededor de 40 Bs cada plato.
En conclusión, no creo que regrese a comer. Quizás a curiosear y dar una vuelta. Pero confirmo que mis intestinos no están para andar comiendo en la calle cualquier cosa y que mejor pago un poco más y me siento en un restaurante.
